La hipofaringe se sitúa en la parte inferior de la faringe.
La etiología, al igual que la mayoría del resto de tumores de cabeza y cuello, se relaciona con el tabaco y el alcohol.
La clínica inicialmente es inespecífica, y se manifiesta cuando el tumor esta localmente avanzado o metastatizado a cuello.
Más de la mitad de los pacientes con cáncer de hipofaringe muestran nódulos cervicales clínicamente positivos en el momento del diagnóstico.
El resto de manifestaciones clínicas en orden de frecuencia son:
En los casos en que se confirma el diagnóstico, un estudio detallado de las células en el laboratorio permite precisar el tipo de cáncer de que se trata para decidir de manera más óptima el tratamiento adecuado para cada paciente.
Posteriormente, se solicita un análisis de sangre completo, con marcadores tumorales y estudios complementarios con prueba de imagen (TC, RM), para evaluar si el cáncer está localizado en su lugar de origen o bien si se ha extendido a otros órganos del organismo.
La zona anatómica cervico-facial es compleja tanto por sus repercusiones funcionales como estéticas derivadas del tumor y del tratamiento, por lo que su manejo terapéutico y valoración tiene que estar coordinado siempre por un equipo multidisciplinar, formado por oncólogos, radioterapeutas, radiólogos, cirujanos, anatomopatólogos que definan de manera individualizada el tratamiento para cada paciente.
La individualización del tratamiento es clave para conseguir la máxima eficacia terapéutica y, al mismo tiempo, preservar al máximo la calidad del paciente. La decisión de tratamiento debe tener en cuenta, por ejemplo, la necesidad de preservar la laringe del paciente siempre que sea posible.
El tratamiento principal de los tumores de cabeza y cuello suele basarse, siempre que el tumor esté localizado, en una cirugía y radioterapia o una combinación de ambas, con el fin de eliminar el tumor o reducir su tamaño.
Todos los tumores de cabeza y cuello se tratan con vaciamiento ganglionar independientemente de si presentan afectación ganglionar regional o no, exceptuando los tumores del labio, glotis, fosas nasales donde la probabilidad de estar afectos es muy baja.
La quimioterapia, que elimina células cancerosas en todo el organismo, se emplea con frecuencia como tratamiento complementario.
Una vez terminado el tratamiento, se sigue la evolución del paciente de manera estricta, especialmente durante los tres primeros años. Los controles médicos consisten en realizar analíticas de sangre completas trimestrales y pruebas de imagen cada 6 meses.
Los pacientes que han tenido cáncer de hipofaringe tienen más riesgo de presentar un segundo cáncer de la cabeza o el cuello. Es importante el seguimiento frecuente y cuidadoso.