Neoplasias mieloproliferáticas crónicas

Neoplasias mieloproliferáticas crónicas

Las neoplasias mieloproliferáticas crónicas comprenden diferentes enfermedades crónicas que se originan en las células madre de la médula y que condicionan a que se produzcan más glóbulos rojos, glóbulos blancos o plaquetas.

Incluyen los siguientes tipos:

  • Leucemia mieloide crónica (aumento crónico de glóbulos blancos).
  • Policitemia vera (aumento crónico de glóbulos rojos).
  • Trombocitemia esencial (aumento crónico de plaquetas).
  • Mielofibrosis primaria (fibrosis de la médula ósea).
  • Leucemia neutrofílica crónica (aumento crónico de neutrófilos).
  • Leucemia eosinofílica crónica (aumento crónico de esosinófilos).

Leucemia mieloide crónica (LMC)

La leucemia mieloide crónica (LMC) es una enfermedad en que la médula ósea fabrica glóbulos blancos anómalos en vez de fabricar células sanas, en este caso las células anómalas son los mielocitos (a diferencia de la la leucemia linfática crónica donde aumentan los linfocitos).

La LMC constituye el 15-20% de las leucemias. Es una enfermedad típica de la edad adulta.

Síntomas y diagnóstico

En más de la mitad de los casos (60%) su hallazgo es casual, los pacientes no presentan ningún síntoma al ser una enfermedad de instauración muy lenta. Con el tiempo, estas células van ocupando el espacio de las células sanas en la médula ósea impidiendo que funcionen o crezcan de manera normal. Cuando la enfermedad progresa es habitual que los pacientes presenten las siguientes manifestaciones:

  • Febrícula.
  • Sudoración.
  • Pérdida de peso.
  • Molestias abdominales.
  • Cansancio.
  • Anemia.
  • Sangrado.

En la mitad de los pacientes en la exploración física hay aumento de tamaño del bazo.

La LMC se desarrolla en tres fases: una fase inicial o fase crónica que acostumbra a ser asintomática y la más habitual, una fase de aceleración donde la enfermedad es menos controlable y una fase blástica que culmina con la transformación a una leucemia aguda.

El diagnóstico de LMC se fundamenta en el aumento de células mieloides (granulocitos) en la sangre y en la médula ósea, y en la demostración de una alteración genética característica en estas células, el cromosoma Philadelphia (traslocación 9;22) presente en el 95% de los casos o bien de la alteración que lo origina, el reordenamiento BCR-ABL.

Es necesario el estudio genético tanto en sangre como en la médula ósea para encontrar estas alteraciones y así llegar al diagnóstico.

Tratamiento

La LMC siempre requiere tratamiento. Actualmente el tratamiento se basa en la administración de un inhibidor de la tirosin cinasa (ITK) que difiere de la quimioterapia por atacar únicamente la célula tumoral y no las células sanas. Se trata de un tratamiento vía oral, crónico y relativamente bien tolerado.

Entre los ITKs, el más usado es Imatinib ya que es el primero que se describió. Este tratamiento consigue una tasa de respuestas muy alta (90%) y de forma prolongada.

En raras ocasiones es necesario emplear el trasplante alogénico (pacientes jóvenes en fases avanzadas de la enfermedad o para los pacientes que fracasan al tratamiento con diferentes ITKs).

Policitemia vera

La policitemia vera es una enfermedad en la que se producen demasiados glóbulos rojos en la médula ósea.

Se diagnostican 4-6 casos por millón de habitantes y año, en general alrededor de los 60 años y es muy rara antes de los 40 años.

Síntomas y diagnóstico

Inicialmente puede ser asintomática. Destaca el enrojecimimento de la cara y manos. Pueden presentar también cansancio, cefalea, pesadez de piernas, dolor abdominal en flanco izquierdo (por aumento del tamaño del bazo) y trombosis, entre otros.

Se debe sospechar si la cifra de hemoglobina es mayor a 16.5 g/dL en hombres y 16g/dL en mujeres, o el hematocrito superior a 49% en hombres y 48% en mujeres, junto con un valor de eritropoyetina inferior a lo normal.

Para realizar el diagnóstico definitivo es necesario determinar la presencia de la mutación del gen JAK2. A veces pueden ser necesarios otros estudios para completar el diagnóstico, como por ejemplo una biopsia de médula ósea.

Tratamiento

El objetivo del tratamiento es prevenir complicaciones y controlar los síntomas. Debe basarse en flebotomías (extracciones de sangre que se hacen en el banco de sangre), ácido acetilsalicílico (AAS) e hidroxiurea, entre otros.

Trombocitemia esencial (TE)

La trombocitemia esencial (TE) es una enfermedad en la que se producen demasiadas plaquetas en la médula ósea. Es una enfermedad rara y la edad media de diagnóstico es de 60 años.

Síntomas y diagnóstico

En más de la mitad de los casos, se trata de una enfermedad asintomática. En otros casos, los pacientes pueden presentar síntomas como cansancio, picor, sudoración, dolor óseo. Los pacientes con TE tienen más riesgo de desarrollar coágulos (trombosis) arterial o venosa, y con menos frecuencia, sangrados.

Se debe sospechar en pacientes con aumento de las plaquetas >450×10^9/L de forma persistente.

Para un adecuado diagnóstico es necesario determinar la mutación de los genes JAK2, CAL-R o MPL y una biopsia de médula ósea compatible.

Tratamiento

Los pacientes asintomáticos pueden no requerir tratamiento. Se deberá valorar el riesgo y los síntomas que presente cada paciente, antes de determinar el momento de inicio del mismo.

El tratamiento está orientado a disminuir el riesgo de trombosis y hemorragia y controlar los síntomas relacionados. Se valorará individualmente la necesidad de utilizar antiagregantes o reducir la cifra de plaquetas (citoreducción).

Mielofibrosis

La mielofibrosis es una enfermedad muy poco frecuente que aparece en 5-7 casos por millón de habitantes y año.

Puede presentarse como una nueva enfermedad o ser la evolución de una policitemia vera o trombocitemia esencial.

Síntomas y diagnóstico

Un tercio de los pacientes es asintomático al diagnóstico y se detecta de forma casual en una analítica rutinaria.

Entre los síntomas más comunes, suelen presentar cansancio secundario a la anemia, sudoración nocturna, dolor abdominal y saciedad precoz debido a la esplenomegalia, malestar general y pérdida de peso.

En la analítica destaca anemia y lo que se llama un cuadro leucoeritroblástico.

Para el diagnóstico es fundamental realizar una biopsia de médula ósea así como estudios genéticos.

Tratamiento

El tratamiento debe ser individualizado en función de las características del paciente, el riesgo de progresión y la presencia de síntomas.

Tiene como fin el control de síntomas y evitar complicaciones. Las opciones son mantener una actitud expectante, transfusiones, medicamentos citorreductores o para reducir la esplenomegalia.

En pacientes jóvenes con enfermedad de mal pronóstico se puede plantear un trasplante de médula ósea a partir de un donante (alogénico).